A pesar de que la infertilidad es un problema creciente (en la actualidad, el 17% de las parejas españolas con deseo de procrear tiene problemas para conseguirlo) y de que la relación de la alimentación con la fecundidad está ya ampliamente documentada, la industria alimentaria apenas ha actuado en este campo.

Las tres bebidas formuladas hasta el momento (una para hombres, otra preconcepcional femenina y otra destinada a mujeres que hayan comenzado algún tratamiento de reproducción asistida) poseen componentes comunes como la vitamina D o el triptófano. Sin embargo, existen otros micronutrientes más novedosos especialmente indicados para cada caso y extraídos de frutas como la granada, la sandía, el mango o el caqui.

Se han formulado tres bebidas funcionales: una para hombres y dos para mujeres en proceso de quedarse embarazadas. En la última década, la literatura científica que relaciona los alimentos con la fertilidad se ha disparado. Y aunque es cierto que en la mayoría de los casos la causa de la infertilidad es multifactorial.

Una alimentación saludable para la fertilidad sería aquella que es variada en los grupos alimenticios, baja en grasa y de alto valor nutricional, rica en agua, ausente de sustancias tóxicas y que favorezca la ingesta de productos naturales frente a los procesados. Nuestra famosa dieta mediterránea, de la que, por desgracia, nos hemos ido alejando. Las consecuencias son claras: un estudio publicado esta semana en ‘Human Reproduction’ ha encontrado relación directa entre ingesta de comida rápida y mayor tiempo hasta el embarazo.

Según la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), las alteraciones capaces de reducir la probabilidad de gestación espontánea pueden afectar a la producción de gametos masculinos y femeninos, a su interacción eficaz o a la capacidad del embrión ya fecundado para implantarse y desarrollarse.

Para ellas

La causa más frecuente de esterilidad femenina (en la producción de gametos) es el denominado síndrome de ovario poliquístico (a veces asociado a obesidad y resistencia a insulina). En este caso, se recomienda una dieta abundante en frutas y verduras, frutos secos y alimentos ricos en fibra. Un estudio muestra una relación directa entre la ingesta de comida rápida y un mayor tiempo en lograr un embarazo. Los alimentos ricos en inositol (un derivado de la vitamina B), como cereales integrales, frutas cítricas, semillas y judías, contribuyen a restaurar el desequilibrio hormonal en el ovario poliquístico. Y el resveratrol, presente en la uva roja, frutos rojos, cacahuetes, chocolate amargo y ostras, mejora la ritmicidad del ciclo menstrual.

Se deben evitar alimentos con alto contenido glucémico como dulces, productos elaborados con harinas blancas, bollería industrial, azúcar blanca… También un exceso de patatas (sobre todo fritas), maíz dulce y frutas ricas en azúcares como higos, uvas pasas, plátanos o dátiles. Si existe sobrepeso u obesidad, es recomendable adelgazar.

Para ellos

Una dieta rica en nutrientes como los ácidos grasos omega 3 (aceite de oliva, pescado azul, frutos secos) es fundamental para la espermatogénesis. Los antioxidantes que eliminan el exceso de radicales libres, como la vitamina E (aceites vegetales, nueces, semillas y verduras de hoja verde mantienen las membranas celulares), la vitamina C (pimientos, tomates y cítricos mejoran el número y la motilidad de los espermatozoides), betacaroteno (zanahoria, espinacas y calabaza favorecen la motilidad), licopeno (el tomate mejora la morfología espermática), selenio, zinc, criptoxantina… y otras vitaminas como la D (presente en la yema de huevo, salmón y sobre todo en los rayos solares, su déficit se ha relacionado con una disminución en la producción de testosterona y una menor síntesis de espermatozoides) y el folato (casquería, vegetales de hoja verde, legumbres, levadura de cerveza, almendras) se asocian a una mejoría de la calidad espermática.

Por el contrario, algunos estudios encuentran la disminución de la calidad seminal asociada al consumo excesivo de carnes rojas y procesadas, alimentos ricos en soja, dulces y bebidas edulcoradas, ciertos lácteos enteros y la ingesta de alcohol y cafeína.

Disruptores endocrinos en los alimentos

El creciente deterioro de la calidad seminal en los países industrializados es un hecho constatado y que preocupa a las autoridades sanitarias. No existe una causa única, pero se sospecha que uno de los principales motivos podría ser la exposición inadvertida a los disruptores endocrinos presentes en los alimentos. Se trata de sustancias químicas generadas por el hombre que son persistentes, lipofílicas y que están ampliamente dispersas en el medio ambiente contaminando el aire, aguas, plantas, la tierra y los animales. Todos los alimentos podrían portar disruptores endocrinos, que afectan a los espermatozoides y al ciclo ovárico.

Una revolucionaria investigación española publicada en 2011 encontró que la calidad espermática variaba sustancialmente de unas regiones a otras según el grado de industrialización (peor en Cataluña que en Galicia). Pero, además, constató que no solo una exposición directa a estas sustancias podría ser causa del deterioro, sino que una acumulación de contaminantes en la madre también podría influir en el desarrollo testicular del embrión.