El dinamismo de la última década y los cambios de valores en torno a la planificación familiar, el progreso en la formación educativa y carrera profesional, los factores económicos y el desconocimiento de la relación entre fertilidad y edad han contribuido a la tendencia de que cada vez más mujeres retrasen su maternidad. En este sentido, los avances científicos, específicamente en el campo de la medicina reproductiva, han permitido que cada vez más mujeres consigan ser madres retrasando su reloj biológico.
En Clínica Oyala, trabajamos con las últimas técnicas de preservación de la fertilidad como un segmento clave para las mujeres que necesitan, por diversos motivos, retrasar su maternidad. De hecho, si observamos los datos de España, vemos como este es el país de la Unión Europea con mayor proporción de nacimientos de madres que han cumplido los 40 años. Fueron un 10,7% en 2021 -el último año para el que figuran datos en toda la UE- frente al 5% de la media europea. Estos datos muestran una clara tendencia hacia el retraso de la maternidad.
La vitrificación, una técnica puntera de reproducción asistida, consiste en la congelación rápida de ovocitos o embriones a temperaturas muy bajas. A diferencia de los métodos tradicionales de congelación lenta, la vitrificación minimiza la cristalización, preservando así la integridad estructural de las células y mejorando su viabilidad tras la descongelación.
Se aconseja a las pacientes que la edad para garantizar la máxima calidad de los óvulos sea entre los 30 y 35 años. Además, las tasas altas de éxito en este rango de edad están por encima del 90% (acumulado 3 ciclos), lo que brinda una mayor confianza y refuerza la consideración de la vitrificación por parte de diferentes tipos de parejas para que puedan cumplir su sueño de formar una familia.
Esta técnica brinda nuevas posibilidades a las personas que desean posponer la maternidad por motivos personales o profesionales, pero que anhelan proteger su fertilidad (específicamente la calidad de sus óvulos) para el futuro. Al preservar gametos o embriones mediante la vitrificación, los pacientes pueden conservar la opción de ser padres biológicos más adelante.
La combinación del retraso del matrimonio, las prioridades profesionales, las barreras financieras y los avances tecnológicos han contribuido al aumento de mujeres que consideran la congelación de óvulos como una forma de posponer la maternidad en los últimos años y remodelar la narrativa de la fertilidad.